Juan 11:1-44 (Enlace de lectura, da click en http://www.biblegateway.com/passage/?search=juan%2011:1-44&version=NVI)
La jovencita no quiere dejar esa relación. El muchacho insiste en que no hay nada como la droga.
El trabajador casado no sabe cómo salirse de la cama ajena (pensó que era fácil pero ya lleva 3 años). La ama de casa ya no aguanta más malas noticias (siempre le han dicho que espere un cambio pero es solo un optimismo barato). Y los ejemplos siguen sin parar. Muertos, muertos y más muertos. El olor hiede y nadie sabe cómo quitárselo de encima.
Lo mismo le pasaba a las hermanas de la historia de hoy. Cuando su hermano Lázaro comenzó a ponerse mal, no pensaron que la cosa terminara en muerte. Al final, cuando vieron que ya estaba agonizando mandaron un mensaje a Jesús (que estaba en Jerusalén). Eran solo tres kilómetros de distancia pero Jesús intencionalmente se demoró en llegar. Llegó al cuarto día y obvio: Lázaro ya había muerto. Es más, ya lo habían enterrado. No hay nada más que hacer con un muerto.
Cuando Jesús llegó, se conmovió. Algunos teólogos (palabra muy sofisticada), dicen que lloró por la incredulidad de la gente. Yo no sé si me equivoco, pero creo que lloró porque él se duele con los que se duelen (solo que no se queda en el llanto sino que hace algo más). Y luego ordenó: "Quiten la piedra". La quitaron. Luego Jesús miró al cielo y dió gracias por saberse escuchado. En seguida dio otra orden: "Lázaro, sal fuera". Todos sabemos qué pasó después. Cuando Jesús da una orden todos saben qué pasa: se cumple. El muerto se levantó. Nadie lo podía creer. Pero Jesús no está limitado por nuestra incredulidad. Solo una palabra suya (como diría el ejemplar capitán de cien soldados) es suficiente para sanar. Para resucitar. Para sacarte de relaciones destructivas. Para liberarte de la droga y las adicciones. Para darte un caracter firme y moral (aunque no esté muy de moda). Para resucitar tus muertos. Ah! casi lo olvido. ¿Nuestra parte? Quitar la piedra y dejar ver el muerto (aunque hieda). Dejémosle ver nuestros muertos a El. El los conoce pero quiere que le hablemos de ellos. Quiere que los reconozcamos. Quiere enseñarnos un poco de humildad (que tampoco está muy de moda).
Sugerencia del día: Quita la piedra. Si no sabes orar puedes decirle algo así: Jesús, tú conoces mis muertos, yo también. Pero hablemos un poco de ellos: aquí está mi drogadicción, mi inmoralidad, mi rebeldía, mi anarquía, mi ira, mi amargura, mi depresión, mi .... Perdóname, límpiame. Entra a mi corazón que está muerto y resucítame. No puedo en mis fuerzas. Ayúdame. Necesito de tí. En serio, necesito de tí. Gracias porque siempre me oyes. Te amo.
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